Opinión
Por Carmen Enid Acevedo
Bonita Radio
A 48 horas de las elecciones generales, parece que la gente está lista a emitir un voto, ‘sin miedo’. En el el cierre de la alianza electoral se dieron cita 50k personas en el Lote 4 del Distrito de Convenciones mientras el PNP reunía unas 4k en el estacionamiento del Quijote Morales en Guaynabo. ¿El miedo cambió de bando?
El referente histórico más cercano del grito de sin miedo, fue aquél que emitió Inés Mendoza en tiempos en que el PPD proponía el discurso oficialista de pertenecer y permanecer como ciudadanos americanos con asentamiento de nación puertorriqueña. Eran los 80 y no es casualidad que aquélla cerrada elección entre Rafael Hernández Colón y Carlos Romero Barceló llamara la atención del ‘miedo’ en una campaña donde el Partido Nuevo Progresista (PNP) llamó comunista al PPD y a su candidato y lo colocó recibiendo dinero de la Cuba de Fidel Castro.
A 44 años de aquélla elección, el PNP volvió a infundir miedo en esta ocasión por voz de la candidata y comisionada residente, Jenniffer González y sus repetidores en medios de comunicación, unos del PNP y otros del centro derecha del PPD.
Lo último que hizo González, hace 24 horas, fue comparar al artista de influencia internacional, Benito Antonio Ocasio, mejor conocido como Bad Bunny, con Adolfo Hitler haciendo alusión al que dirigió el Holocausto contra 5M de judíos. Todo porque Benito favorece la alianza electoral entre el Partido Independentista (PIP) y Victoria Ciudadana, que propone llevar a la gobernación a Juan Dalmau y de Comisionada Residente a la también independentista, Ana Irma Rivera Lassen.
En ese punto y con el perdón de la disgresión, González no solo miente cuando dice que Bad Bunny le deseó la muerte a un estadista. El también grito de “muerte al PNP”, se refiere a la institución que a la sazón tiene no menos de 65 líderes, entre funcionarios electos y públicos nombrados por sus gobernantes, convictos por corrupción y hasta auto desterrados después de cumplir cárcel.
Se le olvida a González que entre sus filas hay funcionarios como Thomas Rivera Schatz, que si han atacado la democracia, a fuerza de mollero y utilización de sus poderes públicos, al no permitir el paso a la libertad de expresión cerrando las gradas del Capitolio para evitar la comparecencia del pueblo, el soberano. Un TRS que de un tiempo a esta parte utiliza los medios sociales para discrepar del otro vociferando palabras soeces, así como Hitler utilizó los que tuvo a su alcance para burlarse del otro y la otra que no fuera blanco y germano.
Rivera Schatz, con torpeza y fichaje de guapetón de barrio, también se hizo de un espacio en un canal de TV tradicional, donde como analista vaciaba los ‘talking points’ que disemina el Partido entre aquéllos que tienen espacio en medios tradicionales. Una violencia verbal y algunos dicen que hasta física contra el profesor universitario, José Molinelli, le costó el espacio cuando lo persiguió en el pasillo del estudio de TV y amenazó con agredirlo. Lo sacaron en menos de 24 horas y fue recibido entonces, en un foro de entretenimiento, Jugando Pelota Dura, donde su productor lo sentó junto a José Luis Dalmau, estableciendo que en las próximas elecciones son los únicos con posibilidades de convertirse en presidentes del Senado.
Con anuncios y pautas desde que asumió la presidencia de su partido en julio, la campaña de miedo se fue intensificando en imágenes y discursos. La repite Rivera Schatz a su manera y hoy, distinto a las 48 horas antes de noviembre de 1980, se cacarea con imagen y verbo incendiario en las redes sociales con fotutos y ‘troles’ pagados por el Partido y en algunos casos por millonarios contratos públicos desde La Fortaleza hasta agencias públicas.
Al grupo de analistas o productores de entretenimiento se han unido también Populares con espacio como columnistas y/o ejecutivos de emisoras radiales. De ahí que en las últimas dos semanas, el ex presidente del Senado, Eduardo Bhatia y el gerente de Radio Isla, Armando Valdés, hayan hecho expresiones de lo que se juega en estas elecciones con el miedo de telón de fondo.
Bhatia se quedó en el “mood” veleta que ha predominado el discurso de los Populares. En su más reciente columna disfraza de pragmatismo y ‘moderado’ su posición de mantenerse en el ‘status quo’ sin gritarlo, bajito y con algún tipo de sordera y ceguera a ver, en efecto, lo los tiempos dibujan en la pared de por donde va el país y su gente.
Esa no fue, sin embargo, la postura del hoy profesor universitario cuando dirigió el Senado. Allí, con poder dado por el pueblo Popular con su voto, asumió conductas de derecha y neoliberales que lo llevaron a aceptar en uno de esos programas de entretenimiento que el abrazo a la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) lo daba porque quería salir del líder sindical Ángel Figueroa Jaramillo y de la UTIER, a cuyo paso de casi 50 años por la Autoridad le adjudicó las condiciones en que se encontraba. Allí se cogió de la mano del PNP y apoyó que el gobierno colocara en dos entes privados lo que había sido hechura de las políticas de Muñoz y los trabajadores.
En esa coyuntura no escuché ni a Bhatia ni a Valdés hablar de pragmatismo, disenso y negociaciones entre la derecha y la ‘izquierda’ para proyectos como fueron la privatización de la AEE.
No cuestionó que en los medios de comunicación tradicionales se dijera solo la “verdad” de los que empujaron la privatización, no se discutiera en profundidad y se manipulara desde el gobierno jugando con las formulas del entretenimiento en lugar de informar sin visos de propaganda. En eso se han convertido los medios con la anuencia y participación de los partidos políticos.
Hoy Bhatia habla de extremos y que por eso, por no seguir el del PNP y al otro, compuesto por la alianza electoral, votaría por el PPD. Utiliza el subterfugio para llamar la atención de la audiencia que lo lee a lo que tiene bien metido entre cuero y carne, el cuco de la independencia, el miedo al cambio, el miedo a lo desconocido.
No contextualiza en quienes fueron los protagonistas del populismo, la derecha del PNP y la del PPD o la de movimientos que antes no tenían vela en aquel entierro, pero que hoy son fuerza política porque la gente se cansó de votar una sola X y que los gobiernos no respondieran a sus necesidades.
En ese discursar desde el miedo de los Populares, Valdés va más lejos y asume las letanías del liderato PNP. “El separatismo desharía el progreso que hemos alcanzado…”, escribe con ahínco aludiendo a Muñoz, al Puerto Rico moderno y advirtiendo que “de la corrupción del PNP el país puede recuperarse”. Dejando fuera la corrupción del PPD, que de un tiempo a esta parte le pisa los talones al Partido que ha sido objeto de la muletilla de “miembro del PNP” cuando de escribir la historia de acusaciones se trata.
¿Será el miedo infundido por los suyos los que hacen hablar a Bhatia y a Valdés desde las notas que trae JGo y su pandilla? Ellos sabrán. Si algún día tocan fondo y delante del espejo lacaniano o freudiano rebuscan y se hablan con honestidad y encuentran la respuesta, será una buena conversación desde columnas y podcast.
Pero hay un protagonismo de esa campaña de miedo que vive y pervive en analistas y periodistas, también allegados a los partidos que han gobernado al país por los pasados 55 años. Si hay vergüenza ajena en las posturas de quienes salen de los partidos políticos, en la que incumbe a ‘periodistas’ me toca de cerca, la encona, la hincha.
Alex Delgado es el paladín de esa propaganda delineada por los Joseph Goebbles del Caribe del 2024, desde su escenario de periodista de medios tradicionales.
Las preguntas contenidas en los ‘talking points’ son anticipables en todas sus intervenciones. Escriba, hable por las ondas radiales o se pare detrás de un mic en TV, Alex no suelta al “independentismo”, “los fondos federales” y tanto otro cliché típico de la Guerra Fría cuando el conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética tenía que ver con la ideología de cada uno y de ahí que lo político, social y económico, propusiera ruptura y un nuevo paradigma. Y el miedo quedaría como antesala a columnas, entrevistas y grandes titulares.
Las que pregunta Delgado parecen sacadas de un libreto de Don Eleuterio, el famoso personaje de Sushine Logroño que retrata a un boricua ochentoso y radiofónico de antena que habla de ser “americano” y fluye en un inglés de veterano de la Guerra de Vietnam.
Entre los analistas, Carlos Díaz Olivo, Luis Pabón Roca, Ramón Rosario y Leo Díaz, los ex funcionarios Carlos Mercader y Christian Sobrino, se colocan en la delantera de divulgar aquéllo que Hitler habría puesto en los documentales de Leni Rifensthal para demonizar a judíos y exaltar la raza aria. Aquí se demoniza a la “alianza”, a sus lideres y a todo aquél que huela a cambio, a quienes amenazan con sacarlos de la zona cómoda en que han vivido entre contratos con unos y otros pagados por la chequera del pueblo y la mensualidad de un medio de comunicación que busca hablar desde esos partidos políticos. Se acaba el guiso. Termina la jauja.
Las razones de más de uno y otros pueden ser diversas. Lo que los une, lo que los deja fuera del closet es su empeño es utilizar la palabra y los medios de información para mentirle al país. Si sienten miedo por lo que aparenta ser un cambio en la preferencia del voto de este pueblo, con todo lo que supone tener una cuota de terror colectivo por vivir en la colonia y nunca apartarse de votar PNP y PPD, el llamado es a que procuren mantener la decencia y no traigan al cuco cada vez que recuerdan que perderán mucho si gana el ‘cambio’.
Antes, pregúntenle al país por donde va. Si el miedo les hace mella. Si les mueve un ápice y si realmente se convencieron con información y datos que el país será otro porque otros ganen. Parecen ser ustedes los que siguen con ese miedo que hace que se embarraren los calzones, cuando el susto aprieta y el esfínter suelta de que gane otro que no sea el de siempre.
Poner a PR por delante cuando van a preguntar y a escribir, puede costarle unos cuantos pesos pero opinar con verdad y contexto histórico los pone delante en honor y vergüenza. ¡Que la dignidad no tiene precio, carajo!
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